Wednesday, June 27, 2007

Wild About Wilder

El pasado viernes 22 de junio iba a subir este post en conmemoración del nacimiento de uno de mis héroes, pero por descuido se me pasó.

Si estuviera vivo, ese día hubiera cumplido 101 años.

Billy Wilder es un maestro, un pionero y un visionario.

La llegada al mundo de Hollywood de Samuel Wilder se dio en un momento muy particular. La hegemonía del studio system era total. Los grandes estudios eran los amos y señores: se encargaban de escribir, producir, distribuir e incluso de manejar la vida de sus estrellas. El director y los actores sólo eran una parte más del engranaje de una industria que vivía uno de sus mejores momentos. Billy Wilder se convirtió uno de los contados cineastas que trabajarían para el sistema, pero darían a su obra un toque personal indeleble.

Comenzó primero como escritor, con películas tan inolvidables como Ninotchka y Ball of Fire, pero eso cambió cuando le preguntó a su mentor Ernst Lubitsch que qué debía hacer para que su trabajo se respetara, para que no apareciera ningún actor y de propasado se le ocurriera cambiar siquiera una palabra de los diálogos que tanto trabajo le había dado crear. Lubitsch simplemente le dijo: Dirígela tú.

Su obra producida junto Charles Brackett y más tarde junto a Izzi Diamond en las décadas del 40, 50 y principios del 60, lo coloca en un sitial al que muy pocos se acercan. Fue una época en la que experimentó en todos los géneros y en todos produjo trabajos que son absolutamente esenciales. Su obra reunía lo mejor de los dos mundos: la sensibilidad europea de su maestro Lubitsch y la calidad narrativa de los norteamericanos como Hawks y Ford.

A lo largo de su carrera trabajó con los más grandes: Bogart, Stanwyck, Monroe, Dietrich, Hepburn, Cooper. Películas como Sunset Boulevard y Double Indemnity se convirtieron en arquetipos del género Film Noir, Lost Weekend del drama de denuncia y The Apartment de la comedia romántica.

La mayor parte de sus filmes ahora son considerados adelantados a su época y son vistos como reflejos del momento en que fueron lanzados: Dos personas terminan destruidas por su ambición en Double Indemnity, lanzada al final de la Segunda Guerra Mundial. A mediados y finales de los 50, The Seven Year Itch y Some Like It Hot mostraban, a través de la imagen de la tentación misma -Marilyn Monroe- a una sociedad norteamericana que despertaba a la liberación sexual que viviría más tarde en los 60. Un grupo de aviadores norteamericanos en un campo de prisioneros de guerra dudaban de la fidelidad a su causa de un William Holden en Stalag 17, lanzada en medio de la caza de brujas de McCarthy. Este tema lo volvería a explorar en Witness for the Prosecution, ejercicio ejemplar del género courtroom drama, en donde la suerte de Tyrone Power dependía de la declaración de Marlene Dietrich como testigo de cargo.

Todas estas películas presentan, ya sea de forma cómica como en Some Like it Hot o más seria en Sunset Boulevard y Sabrina, el que es quizás el tema más recurrente de su filmografía: La exploración de quiénes somos vs. quiénes pretendemos ser.

Aunque siempre consideró la creación de un buen guión como el principal ingrediente para la realización de una buena película [algo que definitivamente aprendió de su maestro Lubitsch], su filmografía desborda de momentos visuales inolvidables. Según sus propias palabras, en ninguna de sus películas había una toma fingida, no creía en rodar por tajos, sino con elegancia. De acuerdo a los que mejor lo conocían, esa reflexión describía su persona perfectamente. ¿Tal vez otra prueba de que su obra era una extensión de su personalidad?

Wilder era ante todo, a pesar de ese cinismo tan cortante presente en toda su obra, un humanista. La grandeza de sus filmes está dada por historias habitadas por personajes reales, palpables, a los que honra regalándoles diálogos inteligentes y colocándolos en situaciones en las que cualquiera de nosotros podríamos vernos identificados. The Apartment es sin dudas la mejor descripción del carácter Wilderiano. Una película exquisita en su sencillez y en su puesta en escena, y donde una vez más Wilder aprovecha para mostrar otro de sus temas recurrentes: dos personajes que se convierten en mejores seres humanos por el simple hecho de estar juntos.

Al igual que los grandes como Chaplin, Orson Welles o Hitchcock, su obra final, aunque no a la altura de sus trabajos anteriores, debe ser vista y evaluada en el contexto de toda su carrera. Quizás en un intento de no emular a su creación Norma Desmond, decidió retirarse a tiempo y prefirió dedicarse a ser una figura de culto en vida.

Afortunadamente para nosotros los amantes del séptimo arte, mientras exista el cine, existirá el espíritu de Wilder. Billy Wilder ES el cine.

Nunca olvidaré cuando en la entrega del Oscar del 93, al aceptar el premio a la mejor película extranjera por Belle Epoque, Fernando Trueba dijo: “Me gustaría dar gracias a Dios, pero no creo Dios, así que doy gracias a Billy Wilder.”

Felíz 101!

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1 comment:

Anonymous said...

Guido:

Ninguna palabra podr�a definir mejor a Samuel J. Wilder que la que mencionaste en el onceavo p�rrafo: "Humanista." Nadie como �l respetaba y daba vida a personajes que viv�an situaciones de la vida real.

Tambi�n quiero decir que aparte de ser un excelente guionista (el mejor a mi parecer de los que he visto), era un excelente director (mi favorito), el cual tambi�n trazaba las pautas de fotograf�a y edici�n.

Amigo: para finalizar, quiero felicitarte por tan excelente blog y por haber escrito este art�culo de la persona que representa a la perfecci�n lo que ES el cine.

Billy Wilder: !Gracias por tu legado y felicidades en el cielo que te has ganado!

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