Forgetting Sarah Marshall [Nicholas Stoller, 2008]

Como bien señala el crítico mexicano Ernesto Diezmartínez en su magnífico blog, el término "chick-flick" es uno ya peyorativo, utilizado para denostar un género que en los últimos años se ha desvirtuado y se haya totalmente ajeno de sus primas lejanas, las "Women's Pictures" de los años 30 y 40. En ese entonces, la figura de la mujer tenía forma de Joan Crawford o Irene Dunne, y se caracterizaba por su entereza, inteligencia, y sobre todo, por su independencia de la figura masculina que en ese momento se encontraba ocupada con la guerra. Las heroínas ya no son Mildred Pierce o Bette Davis en Now, Voyager, sino Carrie Bradshaw y sus compinches de Sex and the City.

Por fortuna, paralelamente a chick-flicks recientes tan nefastas como Made of Honor o 27 Dresses, Judd Apatow se ha alzado [tal vez sin proponérselo] como una voz reaccionaria ante las "comedias" que Hollywood produce en masa año tras año. Su cine no se parece a ningún otro. El toque Apatow, cuyo nombre ya es casi una marca en Hollywood, se haya presente en cada momento de Forgetting Sarah Marshall, aunque en esta ocasión sólo actúe como productor.

Lo que me ha llevado en dos ocasiones a comparar la fuerza creativa de Judd Apatow con Woody Allen y Preston Sturges -los dos maestros indiscutidos de la comedia norteamericana- es que al igual que ellos, Apatow parece ser de los pocos que entiende que la mejor comedia se extrae de los lugares más oscuros. La buena comedia, la mejor carcajada casi siempre viene precedida de una lágrima o de una mueca de tristeza.

 

Al ver el cine de Apatow, lo que más me recuerda a Preston Sturges [salvando las distancias, claro], es su disposición de presentar a la figura masculina como vulnerable, sensible y hasta algo patética, pero sin perder su optimismo y sentido de individualidad, ya sea ante la inconveniencia de encontrarse virgen a los 40 años, dejar a una aventura de una noche embarazada, o ser un adolescente que no encaja en ningún grupo.

Entre los momentos cómicos que a veces causan más gracia por la audacia de quien se atrevió a concebirlos, en las producciones de Apatow siempre se encuentran, por más disparatados o absurdos que parezcan, momentos de verdadera reflexión humana que no se sienten gratuitos ni rebuscados.

En la presente, el héroe desadaptado es interpretado por Jason Segel [el líder del troupe de misfits en Knocked Up], quien aparte de protagonizar, también escribió el guión partiendo de experiencias personales. El debutante Nicholas Stoller dirige, pero al parecer fue sólo una mano de encargo, porque el resultado es una película 100% Judd Apatow.

Continuando con su misión de reivindicar la figura del geek en el cine, Peter Bretter es otro tipo inseguro, que no es nada especial, ni buenmozo, ni demasiado inteligente, que inexplicablemente consigue a la mujer perfecta de sus fantasías masturbatorias. La única que parece ver el ser humano excepcional debajo de la fachada poco atractiva, pero claro, eso hasta que aparece un individuo que representa todo lo contrario a él, dejando a nuestro héroe hecho un desastre emocional.

Destruído y desmoralizado por el abandono de su novia estrella de TV, Peter emprende el que a primera vista parece el típico viaje de auto-descubrimiento del individuo con un corazón roto, pero inteligentemente Segel evita en su guión recurrir a los clichés de comedia romántica. El tipo desgarbado y poco carismático no se convertirá de la noche a la mañana en un galán, pero sí dejará atrás la vida complaciente que no lo dejaba avanzar y perseguir su verdadera vocación, en este caso su musical tragicómico actuado por títeres sobre la tortuosa historia jamás contada del Conde Drácula [¡!].

Jason Segel no tiene miedo en exponerse [literalmente] en todos los sentidos, y se agradece la presencia de las bellísimas Mila Kunis y Kristen Bell, pero los que brillan son la característica galería de secundarios Apatowescos, desde una pareja cristiana recién casada, un stoner instructor de surf , y por encima de todos, el causante del dolor de Peter, un cantante pop británico que parece una mezcla entre Ricky Martin y un miembro de Spinal Tap. 

Judd Apatow

A pesar de que algunos lo acusan de misógino, es curioso que todo el cine promovido por Apatow presenta a la figura femenina como idealizada, la salvadora que saca al pobre perdedor de su rutina conformista y lo encamina a desarrollar su potencial de convertirse en ese hombre excepcional que sólo ella puede ver. Porque veamos, Katherine Heigl aparece en 27 Dresses y en Knocked Up. En una es una caricatura que jamás existirá, que sólo piensa en casarse y ser devota de un hombre que nunca la ha mirado con ojos que no sean de amistad. En la otra es una mujer inteligente, exitosa, que en un error de juicio comete una falta, y dentro de lo que cree es lo correcto, lucha por enmendarla y ser una mejor persona. ¿Cuál de las dos es la visión misógina?

Forgetting Sarah Marshall funciona por la misma razón que The 40 Year Old Virgin y Knocked Up funcionan, porque desde hace mucho tiempo ningún creador norteamericano había sabido combinar de manera tan exitosa las tribulaciones del día a día con el toque adecuado de desfachatez, diálogos astutos y personajes bien definidos que se enfrentan a situaciones con las que cualquiera de nosotros se puede identificar. Un creador que ante todo confía en su audiencia.

 

En otra nota, no tenemos estreno simultáneo de The Dark Knight, pero sí de Meet Dave. Pequeñeces como esa son las que me hacen adorar a nuestros distribuidores. Los piratas, que ya inundan las calles de copias con personas hablando y parándose al baño, estoy seguro que comparten ese sentimiento.

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