El Cuerno de la Abundancia
Dir. Juan Carlos Tabío, 2008 | Cuba/España
Ya han pasado 15 años desde que Juan Carlos Tabío detrás de la cámara y Jorge Perrugoría delante de ella saltaran a la fama con Fresa y Chocolate, pero cualquiera pensaría que no ha pasado ni uno, porque ninguno de los dos presenta en esta película algún indicio de crecimiento visual, narrativo o histriónico como realizador y actor.
Tabío calca el estilo de una farce norteamericana, una de esas comedias de confusiones y enredos que tuvieron tanto éxito en Estados Unidos en los años 40, donde cada personaje representaba un arquetipo o era una caricatura, los diálogos se decían a 50 palabras por minuto, y la confusión o enredo se aclaraba en una gran confrontación al final.
Pero de donde más toma es definitivamente del maestro Berlanga, sobre todo de su película Bienvenido Mr. Marshall, quizás la película más importante de la cinematografía española, de la cual la presente es casi una copia al carbón. O al menos intenta serlo.
En aquella, el enredo implicaba a todo un pueblo, aquí a una familia dividida en parientes pobres y no tan pobres, en acerrímos defensores de la revolución y otros que sueñan con irse a Miami. En lugar de esperar ansiosos la llegada de los norteamericanos y la panacea que representaría el Plan Marshall, los Castiñeiras [con i o con y, no importa] esperan una herencia que sus antepasados, 3 monjitas con mucho oro, llevaron desde La Habana a un banco inglés desafiando a los piratas de la época colonial.
Las similitudes con Belanga y Mr. Marshall terminan ahí. La crítica de Mr. Marshall es punzante y mordaz, más vigente que nunca 50 años después, El Cuerno de la Abundancia desperdicia las ideas que establece en su primer tercio y no hace nada con ellas. La promesa inicial de hacer algo similar a Mr. Marshsall, de esconder tras el absurdo una denuncia urgente y actual, se olvida desde el segundo tercio para dar paso a situaciones ridículas, y personajes que rayan en lo grotesco.
Aceptable [siendo muy generoso].
La Buena Vida
Dir. Andrés Wood, 2008 | Chile
Andrés Wood, director de una de las películas latinoamericanas definitivas de los últimos 10 años –Machuca– regresa con OTRA película del manoseado y ya cansino tema de “¡TODOS ESTAMOS CONECTADOS!”
Como se diría en España, La Buena Vida es una reverenda tomadura de pelo.
Como la gran mayoría de las películas que utilizan este recurso que verdaderamente nos tiene hartos, La Buena Vida es una historia tan profunda como el río Masacre, y con personajes tan bien delineados y multifacéticos como los de una comedia de programa meridiano. El truco de fragmentar las historias es nuevamente un engaño al espectador para hacerle creer que esta viendo algo importante y revelador. Aquí nunca llegamos a conocer a ningún personaje, nunca llegamos a comprender por qué actúan como actúan, cada uno es un simple vehículo al servicio de una historia que no los sirve a ellos.
Pero no importa, porque al final, a modo de coro, pero sin la lluvia de ranas de Magnolia o el terremoto de Short Cuts [ni la maestría de P.T. Anderson o Robert Altman], todos tendrán una cartasis colectiva, supuesta a ser una catarsis también para el espectador.
No, gracias.