Dos historias ambientadas en prisiones -uno de nuestros subgéneros favoritos- con dos enfoques muy diferentes:
Leonera
Dir. Pablo Trapero, 2008 | Argentina
Al reunir el carácter de una “Women’s Picture” del Hollywood de los años 40, el espíritu del neo cinema verité de los hermanos Dardenne, y un poco de la esencia [sin la xenofobia y el extremismo] de Midnight Express de Alan Parker, el resultado es cine como Leonera.
Julia encuentra a su novio brutalmente asesinado en su apartamento. Nunca sabremos si realmente fue ella quien cometió el crímen, o si fue Ramiro, su compañero de apartamento y amante de su novio. Toda la evidencia es circunstancial, pero la deja como lo culpable más probable.
Culpable o no, Julia va a prisión, donde descubre que está embarazada. El lugar donde se encuentra es lo que se llama una “leonera”, un pabellón carcelario que es una especie de purgatorio entre la libertad y la prisión donde las reclusas embarazadas son confinadas, y donde pueden mantener a sus hijos hasta los 4 años. Lo de Leonera igual puede ser por el amor protectivo-defensivo similar al de las leonas por sus cachorros que estas madres sienten por los hijos que dentro poco perderán, o por las terribles condiciones en las que se encuentra la prisión.
Si el embarazo en condiciones normales es una montaña rusa emocional para la mujer, imagínese vivirlo tras las rejas. Imagínese luego aferrarse tanto a un ser y luego verse obligado a separarse de él, unido a ello el terrible conflicto interno que genera el amor vs la conveniencia y el bienestar del ser amado.
Las obligatorias escenas en las que la película se acerca al género que representa –motines, peleas, conflictos con otras reclusas, los aliados, los oponentes, momentos de frustración en los que se da por vencida– son elevadas por un sentido de naturalidad que aporta tanto la cámara y el manejo de ella por parte de su director Pablo Trapero, como la extraordinaria actuación de Martina Gusman.
Leonera fue parte de la Sección Oficial del Festival de Cine de Cannes del 2008.
Estômago
Dir. Marcos Jorge, 2008 | Brasil
Una vuelta de tuerca interesante al género, donde no hay intrigas mayores ni intentos de escape elaborados, sólo el deseo de escalar en la cadena alimenticia dentro y fuera de prisión, dos mundos donde la ley es la de comer o ser comido.
Raimundo Nonato es el retrato del hombre de pueblo que llega a la gran ciudad en búsqueda de oportunidades. Por casualidad termina descubriendo que su vocación y pasión en la vida es la cocina, lo que le ayudará a ganarse el corazón primero del hombre que le ayuda a descubrir su talento escondido, el de una prostituta carnosa y constantemente hambrienta sacada de una fantasía de Fellini, el del hombre que le ayuda enfocar ese talento, y finalmente el de sus compañeros de prisión.
Contada en dos timelines paralelos – el momento actual, en el que Nonato se encuentra en prisión por una situación que no conocemos [pero sospechamos desde el principio] hasta el final, y los meses previos, en los que vemos su “ascenso” no demasiado creíble de hombre de pueblo un tanto bobo a mente maestra calculadora y cínica , Estômago tiene toda la picardía y el entusiasmo contagiante del cine brasileño y su gente. Si bien sus tintes de humor negro y de ironía son un poco obvios para mi gusto, el resultado es una comedia agradable y muy entretenida.
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