No art form passes our conscience in the way film does, and goes directly to our feelings, deep down into the dark rooms of our souls -- Ingmar Bergman.
El verdadero melodrama, el de autores como Max Ophüls y Douglas Sirk, se desenvuelve entre lo improbable y lo inverosímil. El sentimiento y la pasión preceden a la razón.
Io Sono L’amore es un melodrama puro, onírico, una película de placeres sensuales.
Cuando el neoralismo italiano alcanzaba sus postrimerías, un nuevo movimiento comenzaba a surgir, liderado en gran parte por los mismos autores que habían iniciado el anterior. Luchino Visconti, quien es ampliamente considerado el padre del neorealismo con su obra maestra Ossessione, fue uno de los iniciadores de este nuevo cine italiano. La realidad sin filtros, sin adornos del neoralismo daba paso a una realidad exaltada, las prioridades históricas e ideológicas no se abandonaban del todo, pero el fin ahora era predominantemente artístico, estético.
Luca Guadagnino se inspira en el Visconti de Senso,Rocco y sus Hermanos y Los Malditos, en su fascinación con el drama familiar, evocando memorias de decadencia y privilegio, y lo trae al presente en forma de una familia industrial del norte de Italia, una región donde familias old-money de este tipo son legendarias.
La cámara de Guadagnino flota con elegancia inusual entre la arquitectura de Milán [un franco homenaje a Antonioni, otro pionero] y los colores y formas de la naturaleza, que junto a la partitura de John Adams, dotan a la película de una textura distintiva, de una belleza barroca que sobrecoge. Como en el cine de Sirk, personajes y ambiente son uno.
La exquisita Tilda Swinton interpreta a Emma Recchi, una Madame Bovary postmoderna. Está a punto de convertirse en la nueva matriarca, su esposo ha heredado el imperio familiar y sus hijos ya son independientes, por lo que sus obligaciones con la familia que la trajo de Rusia a vivir en una jaula de oro ya están casi saldadas.
El personaje de Emma Recchi [y Swinton] opera a lo largo del relato en dos niveles, primero como un objeto que se ha resignado a parecer, no a ser, y luego, como una fuerza de la naturaleza con un apetito voraz por los placeres que ésta ofrece. Presenciar esta transformación es absolutamente fascinante, y todo es gracias a Swinton, sin duda la intérprete de su generación.
Dicha transformación viene dada por dos factores, una confesión de su hija que despierta de alguna forma su curiosidad por lo que existe fuera de su status quo, y luego, una escena sacada de Ratatouille, en la que como Anton Ego, luego de probar un platillo, un torrente de emociones la convierten de figura de alabastro a mujer de fuego.
Guadagnino hace un interesante comentario sobre cómo el despertar de una mujer puede sacudir los cimientos de una institución como la familia Recchi de forma mucho más contundente que el cambio de poder generacional.
Los mejores melodramas de Douglas Sirk como All That Heaven Allows estaban construidos milimétricamente. Cada emoción medida con precisión. El hecho de que confecciones tan artificiales, tan obviamente elaboradas hayan tenido y sigan teniendo un impacto emocional tal, es un testamento del poder del cine como forma artística.
Io Sono L’amore agrega a esta artificialidad su esteticismo barroco. Lo que se supone debería distanciarnos, nos absorbe.
Io Sono L’amore es un reverie, pero también es un despertar, el abrirse al placer y la aceptación hecho imágenes y sonidos.
“¡Ya no existes!”, exclama su esposo Tancredi a Emma al final. Los Recchi tampoco.
Magnífica.
The Chairman Dances [Foxtrot for Opera] – John Adams
Hay dos versiones de Estados Unidos. La real, y la que el país tiene de sí misma, esa de “Land of the free, home of the brave”.
Frank Capra fue y sigue siendo el que mejor supo retratar esa autoimagen, y en It’s a Wonderful Life alcanza su punto cumbre como observador, como comentarista social norteamericano.
Ignorada y olvidada tras su estreno en 1946, rescatada cuando quedó en el limbo del dominio público, convirtíendose en un símbolo de la Navidad gracias a las estaciones de televisión que la transmitían cada año sin falta, It’s a Wonderful Life 60 años más tarde se revela como una cápsula del tiempo, como una vision clarísima de una nación luego de dos turbulentas décadas.
Capra resume a su país en una idea sencilla que tiene dos caras: la forma en que el espíritu comunal puede unir a confrontar los peores problemas, y la forma en que la avaricia es una consecuencia necesaria del capitalismo. También sirve como metáfora de una idea mayor: una nación que paulatinamente toma su posición como el poder mundial que aún es, y sobre las dudas y miedos que un proceso como ése acarrea, apoyándose para ello en un enorme personaje llamado George Bailey.
En la presente y en todas sus películas, Capra estaba del lado de hombres como Bailey y de su filosofía [la decencia, el sentido de comunidad siempre prevalecerán al final], pero a la vez muestra una nueva arista de esta pensamiento: su fragilidad.
Si [como presenta en el extraordinario tercer cuarto de la película], removemos a un hombre como Bailey del escenario, ¿qué sucede? Caos total. Bedford Falls, la consumación del sueño americano, de la vida de pueblo ideal, se convierte en Pottersville, la antítesis total de ese sueño.
Siempre he creído que la perdurabilidad de It’s a Wonderful radica en que George Bailey es el espejo en el que los americanos se reflejan. Están convencidos de que son él o deberían ser como él, aunque muchos de ellos sean más como Mr. Potter. Bailey es definitivamente un mito americano, igual que el Cowboy.
Aunque se ha ganado la reputación de ser una película sentimental y manipuladora, intencionalmente o no, Capra imbuye cada momento sentimental con una oscuridad y un cinismo que nunca se vio en el resto de su carrera.
Me explico. En el universo de Capra eres un buen hombre no porque eres inherentemente bueno y generoso, no. Lo eres porque la única alternativa es la desgracia y la destrucción. Bedford Falls es su Shangri-la no porque sea un pueblo en el que todos cantan y rien agarrados de la mano, sino porque es un lugar en el que la colectividad es más importante que el individuo.
George Bailey, a pesar de no haber vivido la vida que planeó, a pesar de haber vivido literalmente de fracaso en fracaso, de sacrificar sus sueños para cumplir los de otros, entiende que es el hombre más rico del mundo no por todos los amigos que tiene, sino porque su existencia es absolutamente vital para la felicidad de la colectividad.
No será el gran explorador que pensó que sería, pero sí es un GRAN hombre.
Tomar aquella famosa máxima de que “Todas las familias tienen un secreto: no son como las demás familias”, y llevarla al paroxismo.
Convertir lo mundano y normal en perverso, raro, absurdo. Filtrarlo a través de la percepción distorsionada de sus personajes. Una percepción distorcionada que bien puede tomarse sin buscar subtextos, como una farsa, o como sugerente, como una gran alegoría de algo más profundo, Orwelliano.
Tomar tres personajes, retratarlos como tres experimentos pavlovianos que han crecido en un mundo de competencia constante y brutal, competencia hasta por la más ínfima recompensa emocional. Hacer que cada movimiento sea calculado, medido en un gran juego en el que la perfección y la aprobación del amo son la recompensa.
Crear un microcosmos en el que las reglas están clarísimamente establecidas, en el que la unidad familar está delineada no por el amor y los cuidados, sino por el control, control absoluto de cuerpo y voluntad desde la cuna.
Hacer que cuestionemos lo que consideramos mundano y normal, comenzando con la que se supone es la unidad más básica de la sociedad: la familia, mostrándola como un estado amurallado infranqueable.
Descomponer lo que al principio parece una moralidad naïf retorcida [aunque coherente], y mientras progresa el relato, mostrar cómo se desmorona con la entrada a ese microcosmos perfecto, aséptico, de factores ajenos al amo.
Sugerir, cual Mito de la Caverna, que la realidad fuera de ella es indescifrable y sin sentido, poner en duda su propia existencia.
Filmar una película de Michael Haneke sin ser Haneke, y usando algo que Haneke parece no saber existe: humor, un humor Buñueliano tán ácido que arde.
Demostrar que la educación y el adoctrinamiento lo son todo. Quitando la razón, somos animales salvajes.
Todo eso hace Yorgos Lanthimos en su extraordinaria Kynodontas, la mejor película del año 2010.
Mi día más emocionante en La Croisette el año pasado fue definitivamente en el que vi Das Weisse Band.
Fue en el pase de prensa del mediodía, en el que todos parecen estar mucho más atentos [y despiertos] que en el de las 8:30am.
Al concluir, los que estábamos en la sala grande del Palais, le dimos una ovación de pie que ahora no recuerdo cuánto duró, pero lo que sí recuerdo es algo difícil de describir. Fue como una especie de conciencia colectiva que podía casi palparse, la realización de que acabábamos de ver no sólo a la que sería la ganadora de la Palma de Oro, sino de que lo que habíamos visto había sido algo especial, concluyente. Una sensación que con Haneke se repite mucho.
En su cine sucede algo curiosísimo. A pesar de tener la fama de retratar temas escabrosos [que lo hace], Haneke parece mucho más interesado en estudiar dos cosas: los momentos que ocurren antes de la consecución de un acto, y las consecuencias que dicho acto acarrea. Estas situaciones ubicadas en los extremos le atraen mucho más que el acto como tal.
En el cine de Haneke tampoco hay soluciones ni respuestas. Las rechaza de plano. Para Haneke, el cine actual, la narrativa inicio-nudo-desenlace, nos ha condicionado como audiencia a esperar y demandar resoluciones que simplemente no existen.
Su cine también se compone del deseo de ocultar cosas, de la cotidianidad del mal, pero sobre todo, de las relaciones de poder, y la presente es probablemente su más importante discurso sobre este tema, yéndose directo a la raíz, a encontrar el huevo de la serpiente.
Un acto de violencia es la consecuencia de otras mini-acciones, y la historia de Das Weisse Band es en parte sobre la interconexión entre estos eventos: un hombre se quita la vida porque ha perdido su trabajo, lo perdió por un acto de venganza de su hijo, la ira del hijo hacia el padre proviene por la muerte de su madre, pero ¿por qué murió la madre? La respuesta a esa pregunta no es tan importante, su objetivo más bien es ayudarnos a contextualizar el status quo de esta comunidad.
Haneke nos presenta una comunidad en la que el sistema de privilegios es el caldo de cultivo perfecto para desarrollar desde muy temprano un resentimiento, una rebeldía hacia la autoridad.
Nos adentramos en un pueblo en el que diferentes grupos o actitudes de la sociedad son representados por personajes individuales: los puritanos, los campesinos, el pastor, la institutriz, el discapacitado, el señor y señora feudal, madres, padres, intelectuales, pseudo-intelectuales retratados en exquisito blanco y negro, como sacados de un retrato de August Sander.
El escenario pastoral-costumbrista es perfecto para abundar sobre las contradicciones que tanto apasionan a Haneke: por un lado apacible, pero por otro lejano y gélido, un lugar en el que es fácil entregarse a la violencia [tras puertas cerradas, claro, nunca en público] en medio de un clima de supresión, servilismo, miedo y obediencia. La pasividad con la que todos los personajes ven que ocurren los actos más atroces, sólo sirve para que sigan incrementando en frecuencia y sadismo. Como hizo Clouzot en Le Corbeau, una obvia fuente de inspiración para Haneke, estos actos son una respuesta contundente de parte de un grupo que no se deja ver hacia las malas acciones de sus líderes.
Este mismo escenario da la sensación de que Haneke y su narrador [del que hay que decir no es 100% confiable] nos cuentan un relato mitad fábula, mitad historia perdida del Libro de Revelaciones, en el que no hay moraleja.
Esperen, sí la hay…el mal simplemente nace del mal, el libre albedrío y la redención no existen. Los abusados de ahora serán, como autómatas, los abusadores de mañana. La guerra aprendida a librar con el propio cuerpo y las emociones es la misma que se peleará en el campo de batalla dentro de muy poco.
Un doctor ilustrado [presumiblemente judío], un niño que toca la flauta [presumiblemente homosexual] y un niño discapacitado [presumiblemente el único inocente en toda la comunidad] son tres de las principales víctimas de una fuerza al principio invisible, pero que al final tiene, literalmente, caras y voces. Caras y voces que irán, entre muchos otros, tras los grupos representados por estos tres personajes.
A pesar de las comparaciones, por suerte Haneke no es ni Bergman ni Dreyer. Haneke responde el humanismo de esos dos con una misantropía que sobrecoge.
Haneke es de los que piensa que la letra con sangre entra. Los valores que se aprenden e interiorizan desde muy temprano son para siempre.
Fuera de la extraordinaria actuación de Catalina Saavedra, el mayor acierto de La Nana es la forma natural y sincera, sin efectismos ni falsos dramas, con que su director Sebastián Silva logra comunicar las ambigüedades y contradicciones de la posición de una mujer como Raquel en el microcosmos que es un hogar latinoamericano.
Una mujer que al final encuentra el camino para liberarse de la mentalidad servil de la que ella misma se había hecho presa.
23.
El espíritu de Yasujiro Ozu, el de su familia irremediablemente fragmentada por las circunstancias, vive y de qué forma en esta hermosísima película.
22.
Sólo los ingleses son capaces de hacer una comedia tan punzante, con un humor tan ácido como oscuro, con tantas verdades ocultas tras situaciones para llorar de risa.
Peter Capaldi en la actuación cómica del año.
21.
La culpa, el vaivén entre aceptarla y negarla, y el efecto que tiene en quien la sufre son el objeto de estudio de Lucrecia Martel.
Son pocos los directores actuales que utilizan la composición visual con esta efectividad. Con un sólo encuadre, Martel es capaz de comunicar el estado mental de su protagonista de una manera que tres páginas de diálogo jamás podrían.
Todavía recuerdo el día que ví esta película en el Renoir Les Corts cuando vivía en Barcelona. La sala fue quedándose desierta hasta que quedamos tres personas.
Ellos se lo perdieron.
20.
Chan-Wook Park es en una especie de semi-dios para geeks y fans del cine de género por igual.
Al margen de ello, se ha convertido en una de las voces más representativas del nuevo cine asiático. Con un estilo inconfundible, demuestra que cine de género y cine de autor no son términos mutuamente excluyentes.
Aquí demuestra sus capacidades como esteticista y como storyteller, siendo capaz de mezclar con éxito tres géneros distintos, en tres actos que no pueden ser más diferentes uno de otro. La forma en que maneja los cambios de tono radicales de uno a otro, demostrando más que nunca una ausencia y un desprecio total a cualquier noción de restricción o compostura es admirable.
La locura vampírica que han traído las desechables películas de la saga Twilight necesitan de más entradas como esta.
Al final, no queda otra cosa más que arder.
19.
Un individuo prácticamente desechado por el sistema es capaz de reinventarse, de reconstruírse a sí mismo. Aquí, un drama sobre tensiones raciales y la fortaleza del esperítu disfrazado de drama carcelario y de mafiosos, observamos la creación de un mito ante nuestros ojos desde cero.
18.
Comisionado por el Musée d’Orsay, Olivier Assayas construye un retrato familiar íntimo que desborda frescura, con un discurso minimalista pero contundente sobre la pérdida, los lazos familiares, el relevo inevitable de una generación a otra, cómo aquellos objetos materiales que poseemos terminan siendo una extensión de nosotros mismos, y, por supuesto, la importancia de los museos.
Da igual que el pasado se encuentre representado en la mesa de una casa o en un escaparate de un museo, donde importa que esté es en la mente y el corazón de quien lo vivío.
17.
Pixar lleva años coqueteando con el estilo visual y temático de Hayao Miyazaki, y aquí finalmente dan rienda suelta a demostrar su obsesión con el maestro.
Un flight of fancy que no da tregua, y que va retando en incrementos nuestra imaginación y nuestra suspención de incredulidad.
Hermosa. Y cualquier cosa que se diga de esos primeros 10 minutos es poca.
16.
La esencia de este reboot de una franquicia cansada y alicaída, que muchos daban como terminada, queda definida a la perfección en la imagen de arriba: un grupo de aventureros jóvenes buscando su lugar en un universo tan inmenso, tan brillante y lleno de posibilidades, que los hace parecer diminutas células en un océano sin fin.
15.
El mejor drama familiar que he visto en muchísimo tiempo.
La vida vista como un partido de futbol.
14.
Un hombre que busca desesperadamente una conexión humana en medio del dolor de una enorme pérdida. Una búsqueda que jamás se había presentado de forma tan intoxicantemente hermosa sonora y visualmente.
Wong Kar Wai, Almodóvar y Douglas Sark se juntan en este impresionante debut de Tom Ford.
13.
Bellísima crónica de una joven perteneciente a una generación perdida, sin identidad ni memoria, y la enorme carga emocional que ello implica.
La entrañable Fausta es un personaje sacado del ascetismo trascendental del cine de Robert Bresson y sus heroínas como Mouchette, que actúa como si sólo a partir del martiro y el sacrificio se puede alcanzar la redención [la de sus antepasados y la suya propia], utilizando de manera inusual su propio cuerpo para recordarse a sí misma el dolor de ese pasado.
12.
El suplicio de una madre.
Posiblemente la mejor actuación femenina del año de parte de Kim Hye-ja como una madre dispuesta a todo.
El instinto maternal demostrado con devoción y ferocidad inusitados, enmarcado en un thriller con tintes de Hitchcock, y con el humor negro-absurdista de uno de los más prometedores talentos emergidos de esta nueva ola de cine asiático.
11.
Ciencia ficción de altísima factura que a la vez sirve de ejercicio revisionista de los problemas de la historia reciente del país donde tiene lugar: VIH, colonialismo, pobreza extrema, regímenes dictatoriales y tensiones raciales.
Un tercio de comentario social, dos tercios de acción. Ambas partes congenian a la perfección con una resonancia emocional poco vista en este tipo de cine. Un éxito.
10.
Lo que Carey Mulligan irradia y la cámara es capaz de captar, ni se vende ni aprende. Se tiene o no.
9.
Almodóvar nos deja claro que el cine puede ser un encargo, un oficio, una pasión, pero tanto para él como para Mateo Blanco, el cine es un medio de sanación, de exorcismo. Terminar Chicas y Maletas es la única manera de sanar una herida abierta y sangrante. Las películas deben terminarse.
8.
En estos meses he descubierto que esta es una película que podría ver todos los días. Divertidísima, y, créalo o no, una película de terror subversiva, y con un subtexto bastante interesante.
El peor demonio al que Christine se enfrenta está dentro de sí: su inseguridad, sus problemas de peso, su baja autoestima y su sentimiento de culpa. Christine se encuentra en un predicamento similar al de Catherine Deneuve en Repulsion o al del mismo Roman Polanski en su Le Locataire. Las circunstancias externas son sólo catalizadores para que salga lo que ya existe dentro, y hacer que el personaje se horrorice de sus propios complejos más que del demonio que se acerca. La diferencia aquí estriba en que Polanski lo hace con seriedad, Raimi con una sonrisa cínica.
Como si fuera poco, Christine se pasa las dos terceras partes de esta historia luchando incansablemente por conseguir cosas: un ascenso laboral, el respeto de los padres de su novio, olvidar un pasado del que se avergüenza, controlar la forma en la que los que la rodean la ven [su peso], y finalmente, la salvación de su alma, fracasando una y otra vez a pesar de sus esfuerzos. ¿Acaso hay algo más terrorífico que eso?
7.
Dios no existe, y si existe, es un bromista genial.
Más adelante hablaré de ella in extenso. Aquí hay muchísimo de qué hablar.
6.
Michael Mann sigue siendo el ejemplo por excelencia de el autor que aún trabajando para el sistema, jamás sacrifica su esencia.
Otra deconstrucción de un género, otra deconstrucción de un mito, otro mood piece fascinante y absorbente. Aquí lo que escribí de ella.
5.
Kathryn Bigelow hace algo interesante. A diferencia de otras películas de acción que utilizan la guerra como trasfondo, en la suya, el heroísmo y el coraje son retratados no como cualidades suprahumanas o como la ausencia total del miedo, sino como una resistencia especial, como un desafío al miedo en el momento en que se encara.
La guerra tiene el poder de convertir a todos los que luchan inútilmente en ella en lockers, en armarios, en entes estandarizados, iguales entre sí en apariencia y en actitud. Dentro de cada uno de esos armarios hay un dolor como ningún otro: ya sea el de extrañar a la familia que se encuentra lejos, o la que nunca se tuvo el chance de comenzar, los compañeros entrañables perdidos en combate, y hasta el anhelo de la simplicidad que ofrece una vida regular. La guerra se encarga de manufacturar estos armarios, tanto el diseño exterior como el bagaje emocional que se deposita en él.
4.
El cine no como un reflejo de la realidad, sino como un herramienta para reconstruirla, para manipularla por el que está en control. El que gana la guerra la escribe a su manera.
El cine sí es capaz de cambiar el mundo, y en esta película, literal y simbólicamente lo logra.
3.
En esta hermosísima película, Jane Campion se apoya en un lenguaje audiovisual basado en mostrar la conexión mutualista del hombre con la naturaleza -en este caso un artista- y la utiliza como una extensión de la persona [la naturaleza se comporta como el hombre que se nutre de ella], y como la más inagotable de las fuentes de inspiración. Keats concibió Ode to a Nightingale, uno de sus poemas más famosos, al contemplar la simpleza de un ruiseñor posado en una rama. La aparente sencillez de sus palabras está cargada de una profunda belleza, en la que celebra la perfección de una creación de la naturaleza, y a la vez se lamenta con una sonrisa de su muerte que se acerca: “Now more than ever seems it rich to die/ To cease upon the midnight with no pain/ While thou art pouring forth thy soul abroad/ In such an ecstasy.”
En sus poemas, John Keats trataba de encapsular sensaciones, no pensamientos, y entendiendo ello, Campion logra retratar la emoción indescriptible que produce el roce de una mano o una simple mirada. Porque aquí, a diferencia de otras de sus películas en la que ha demostrado de sobra que no se priva de mostrarlo todo cuando es necesario, el romance se expresa a través de caricias inocentes y miradas. Joan Keats y Fanny Brawne viven en una especie de sueño taciturno, un rêverie en que la presencia del ser amado puede sentirse hasta en el viento que mueve una cortina.
2.
Como Mr. and Mrs. Fox, Wes Anderson es un producto de la era en que creció, una era de rebelión y de cambios drásticos.
En este punto de sus vidas, ellos y Anderson [quien acaba de cumplir 40] se encuentran en un punto en el que hay que “domesticarse”, en el que pareciera que hay que conformarse y ceder a sus instintos animales y aventureros.
Pues no, aquí descubren que sí es posible encontrar un punto intermedio, y que hacerlo es divertidísimo.
Fantastic Mr. Fox es grande por sí sóla, y más grande aún porque se convierte en una clave importantísima para apreciar y redescubrir la riqueza de los trabajos anteriores de su autor.
y la mejor película del 2009….se conocerá con la reseña de mañana. Hasta entonces.
Ahora seis menciones honorables. Cintas que casi quedaron entre las principales. Cintas notabilísimas todas.
En orden alfabético:
1.
La cinta animada surrealista y macabra.
2.
La mujer salvada por una pasión descubierta por accidente: capturar imágenes.
3.
La adolescente que debe aprender a crecer en un mundo hostil a los que son diferentes.
4.
Porque ningún otro autor contemporáneo captura con la misma elegancia, gentileza y respeto lo que significa ser inmigrante que Ramin Bahrani.
5.
Porque ninguna otra película tuvo como ancla una actuación del calibre de la de Joaquin Phoenix. La fragilidad humana captada en celuloide.
6.
Porque es una adaptación casi perfecta de una novela perfecta. El espíritu de las letras de Cormac McCarthy se mantiene intacto: padre e hijo “cargan con el fuego”, con el último vestigio de humanidad en un era de desesperanza.
La brevedad es el alma del ingenio. O eso dicen. Mañana las mejores películas del 2009.
Sí, una entrada de “Lo _______ del 2009” en abril del año siguiente podrá ser medio anticlimática, pero era algo que tenía que hacer.
Sí, otra entrada retrasadísima como siempre, pero el tiempo es un bien del que carezco cada día más, y, lamentablemente, este blog es la principal víctima.
No quería empezar a hablar de las dos o tres películas del 2010 que ya he visto en los cines sin antes sacarme esto del sistema. Me falta comentar sobre un montón de películas de las que DEBO escribir, pero saquemos esto del pipeline de retrasos.
Se me hace sencillamente imposible hacer un top 10. El 2009 fue un año de enorme calidad de proyectos indie, de prestigio-Oscarbait y de blockbusters, de triunfos para la animación, de mujeres delante y detrás de cámara, y de sueños cumplidos para el que escribe [¡Cannes!], así que hay bastante de dónde escoger.
Primero, tres documentales:
1.
Una auténtica llamada a la acción.
El logro de sus creadores no ha sido sólo la creación de un espectáculo audiovisual contundente que provoca una reacción visceral en quien lo ve, sino la materialización de una prueba irrefutable que finalmente incite a los organismos pertinentes a tomar acciones concretas, ya sea contra Japón, o cualquier otra nación que abuse de nuestros recursos naturales escudándose en “tradiciones” que debieron ser superadas hace tiempo.
Los avances en conocimiento y tecnología que hemos experimentado en el último siglo deberían servir para hacernos más humanos, más compasivos hacia nuestros semejantes y nuestro medio ambiente, no lo contrario.
The Cove es una maravilla que hace veinte o treinta años hubiese parecido imposible que se lograra. Como se observa con la llegada furtiva de Ric O'Barry a la reunión más reciente de los burócratas encargados de proteger nuestra tierra, hombre y tecnología han logrado convertirse en uno mismo para entregar un mensaje urgente que debe ser visto y escuchado.
2.
“Sé un hombre de reflexión, pero sé también un hombre de acción” dice Sergio Vieira de Mello en un momento de este extraordinario documento audiovisual.
El más carismático de todos los representantes de la historia de la ONU, nos demuestra que la diplomacia se ejecuta lanzándose a la acción, acercándose a los necesitados, escuchando y entendiendo sus problemas, ayudándoles sin dejar de respetar su dignidad, no en un enorme salón teorizando sin fin. Su ida a destiempo es una pérdida irreparable.
Igualmente irreparable es la reciente pérdida de la editora de este documental, Karen Schmeer, posiblemente el personaje que [junto a Errol Morris] redefinió el documental como instrumento audiovisual e histórico.
Mi reseña de cuando la vi en el pasado Festival de FUNGLODE aquí.
3.
Fascinante. Absolutamente fascinante.
¿Diatriba de un lunático, o el hombre mejor informado del mundo?
Estructurada al estilo de un documental que sentó escuela [The Fog of War de Errol Morris, segunda vez que menciono ese nombre en esta entrada], el director Chris Smith presenta a su objeto de estudio, el famoso radicalista-conspiracy theorist Michael Ruppert, en una serie de siloloquios tan enervantes como informativos, que van desde el 11 de septiembre a la reciente crisis hipotecaria.
Del tipo de propuesta que nos presenta mucha, muchísima información, de la que hay que tomar y dejar, pero que como cine representa una experiencia cautivante, como espectador quedamos absortos.
Así se llamaba el programa que Arturo Rodríguez conducía en el canal 7, y fue durante una de sus emisiones en la que lo escuché hablar de cine por primera vez.
Ya ni recuerdo la película que presentaba esa noche, eso poco importa, lo que sí recuerdo vívidamente es su tono paciente pero firme, su elocuencia, el aire de eruditismo de sus palabras, y sobre todo, el entusiasmo contagioso con el que hablaba sobre el cine. Porque hablaba como alguien que había visto todo el cine, que sabía todo lo que había que saber sobre el cine y los hombres y mujeres que lo hacían.
Con el Lumiere, con los cineclubs, con los martes de Casa de Teatro, con los sábados por la mañana en el ISSFAPOL, con A La Hora Señalada, con el Festival de Cine que luego que se convirtió en Muestra, Arturo Rodríguez enseñó a una generación de dominicanos a ver cine.
El alcance de su influencia apenas comienza a verse.
Un par de años antes de morir, Pauline Kael dijo en una famosa entrevista que ella no era una simple cronista de cine, insistía que ella no sólo escriba sobre lo que se reflejaba en una pantalla, sino que también era una cronista de la vida, una observadora y comentarista de la forma en que las películas influenciaban a la sociedad y el pensamiento colectivo, ella incluída.
Arturo Rodríguez hacía algo similar, porque el cine era su vida.
De las contadas veces en las que tuve la oportunidad de intercambiar palabras con él, me dejó su filosofía como crítico de cine muy clara: lo que define la experiencia de ver una película no es la idea o la forma, sino la sensación.
También me dejó clara otra cosa. Que el cine es mejor que la vida misma.
Una ceremonia sosa, aburrida, dos anfitriones que no hicieron absolutamente nada memorable, las canciones nominadas sustituídas por números musicales que cubrieron el rango de “pena ajena” a “no viene al caso”, discursos cortados abruptamente en pos de tener tiempo disponible para dichos desastres musicales, y ni chance de escuchar a tres leyendas vivientes como Lauren Bacall, Gordon Willis y Roger Corman agradecer de sus Oscares honorarios.
Dicho eso , es difícil quejarse del 80% de los ganadores. Luego de lo de Slumdog Millionaire el año pasado, hay que dar gracias por la milagrosa escogencia de una película que trascenderá la prueba del tiempo y no será olvidada en un par de meses.
Los ratings subieron 15% con respecto al año pasado, 43 millones de espectadores. Misión cumplida. Las dos últimas ocasiones en las que ocurrieron incrementos de audiencia de esa magnitud fue en los años de Titanic y The Lord of the Rings: The Return of the King. Este año, The Blind Side, Up, Inglorious Basterds, y por encima de todas, Avatar, surtieron un efecto similar. Lo de 10 nominadas está aquí para quedarse. Espero que los directivos de la Academia sepan conectar los puntos, y no crean que la subida de audiencia se deba siquiera remotamente al desastre kitsch producido por Adam Shankman y Bill Mechanic.
Ah, y acerté 17/21, que no está mal, pero me ha ido mejor.
Hasta el año próximo, pero primero, esto momento hay que revivirlo muchas veces:
La tormenta en un vaso de agua que provocó el e-mail enviado por el productor de The Hurt Locker a sus amigos, urgiéndolos a que votaran por la “película independiente que pudo” y no por “la de 500 millones”, ha dejado en evidencia una vez más lo que todos ya sabemos: a la Academia y sus votantes les importa muy poco el premiar lo mejor del año. Hay variables que importan muchísimo más que la calidad o la excelencia para ganar un Oscar.
El premio es del que –a los ojos de los votantes– se porte mejor, el que exalte las cualidades de la industria, el que lleve un mensaje que refleje positivamente en la Academia y sus miembros al premiarla, y, gracias a Harvey Weinstein y sus artes oscuras, el que más cabildee, el que con una campaña agresiva y ubicua esté en la mente de unos votantes con memoria de elefante, y que en su gran mayoría ni ven las películas nominadas.
Es imposible no pensar que detrás de esta campaña de descrédito de última hora hacia The Hurt Locker hay fuerzas mayores a las de Harvey Weinstein.
Lo de nominar 10 películas fue un recurso para que no volviera a suceder lo del año pasado con The Dark Knight, una iniciativa para que cintas populares y taquilleras pudiesen ser nominadas, y ello traducirse en un incremento en los ratings de una ceremonia que cada año ve menos gente. El año en que finalmente cuentan con lo que buscaban, una película abrazada por la crítica y el público por igual, que ha recaudado más de US$2,000MM en todo el mundo, aparece de la nada una película extraordinaria pero pequeña, hecha con nada y que no ha recaudado ni una fracción de su competidora, y se convierte en un fenómeno que arrasa con todos los premios precursores y se perfila como la favorita para ganar.
Veámolos de esta forma, a la Academia no le conviene que The Hurt Locker gane el Oscar a Mejor Película y todo este escándalo ha puesto a mucha gente felíz. Las reglas “anti-campaña sucia” de la Academia son selectivas, y este año se ensañaron con un productor novato que en su buena fe no sabía lo que estaba haciendo, mientras los maestros cabilderos como Harvey Weinstein siguen a sus anchas haciendo y deshaciendo.
Lamentablemente, las más perjudicadas podrían terminar siendo Kathryn Bigelow y su película, pues el escándalo alcanzó su punto más alto apenas días antes de que los votantes enviaran su papeletas completadas a la Academia. Las más beneficiadas, sus dos competidoras más cercanas, Inglorious Basterds y Avatar.
Pero en fin, todos los años pecamos de dar demasiada importancia a una premiación que debemos verla como lo que es y no como lo que queremos que sea. Algo sí es cierto y lo mencionaba en el post de unas semanas, guste o no, el Oscar es una competencia que merece ser celebrada por dos razones. La primera es que es un evento de tal magnitud que invita, obliga a la discusión, a que hasta aquellos que no son cinéfilos y ven el cine como una mera distracción se interesen por las películas nominadas y se unan a la conversación. La segunda es que es la mejor, y quizás la única plataforma que existe para que películas que de otra forma agonizarían en los estantes sean vistas y discutidas.
Ahora, tratemos de ver lo que sucederá esta noche:
Mejor Película
Avatar
The Blind Side
District 9
An Education
The Hurt Locker
Inglorious Basterds
Precious
A Serious Man
Up
Up in the Air
La campaña sucia llegó muy tarde. The Hurt Locker ha sido premiada por TODOS los sindicatos [que son los que al final importan], ha ganado todos los precursores importantes, incluyendo el PGA, el BAFTA, el DGA, el ACE, el WGA, es la película con buzz, la que la mayoría ha visto como la ganadora por semanas [la percepción vale más que cualquier cosa], y dándole el Oscar, la Academia tiene la oportunidad de premiar por primera vez en su historia una película dirigida por una mujer. Suficiente.
Ganará: The Hurt Locker.
Yo votaría por: Inglorious Basterds.
Debieron estar nominadas: Das Weisse Band, Fantastic Mr. Fox, Bright Star.
Mejor Director[a]
Kathryn Bigelow – The Hurt Locker
James Cameron – Avatar
Lee Daniels – Precious
Jason Reitman – Up in the Air
Quentin Tarantino – Inglorious Basterds
Sólo tomó 80 años y cuatro intentos para que finalmente una mujer ganara el Oscar a Mejor Dirección. Lo mejor es que, independientemente de su género, Kathryn Bigelow merece ganar. Me sigo quedando con Tarantino, pero muy poca gente puede discutir que se premie a Bigelow.
A excepción de los payasos de la HFPA que le dieron su premio a James Cameron, Kathryn Bigelow ha ganado todos los premios precursores importantes, incluyendo el más importante de todos, el DGA.
Ganará: Kathryn Bigelow.
Yo votaría por: Quentin Tarantino.
Debieron estar nominados: Michael Haneke por Das Weisse Band, los Coen por A Serious Man.
Mejor Actor
Jeff Bridges – Crazy Heart
George Clooney – Up in the Air
Colin Firth – A Serious Man
Morgan Freeman – Invictus
Jeremy Renner – The Hurt Locker
Personalmente, se me hace imposible elegir entre Colin Firth y Jeff Bridges. A los de la Academia no, y por eso ganará Jeff Bridges. Un actor con cinco décadas de excelencia, que viene de una dinastía de actores, y que es respetado por una industria que no va a perder el chance de finalmente premiarlo. El que haya ganado todo hasta ahora tampoco desayuda.
Ganará: Jeff Bridges.
Yo votaría por: Jeff Bridges/Colin Firth, no puedo elegir.
Debieron estar nominados: La lista es larga, la nominación a Morgan Freeman por hacer nada, por hacer de su “magic negro” de siempre en Invictus es una burla. Nicolas Cage por Bad Lieutenant, Viggo Mortensen por The Road, Sharlto Copley por District 9, Sam Rockwell por Moon, Ben Foster por The Messenger, Michael Stuhlbarg por A Serious Man, y Joaquin Phoenix por Two Lovers.
Mejor Actríz
Sandra Bullock – The Blind Side
Helen Mirren – The Last Station
Carey Mulligan – An Education
Meryl Streep – Julie & Julia
Gabourey Sidibe – Precious
Esta categoría es la burla del año. La batalla entre Sandra Bullock y Meryl Streep es reñida, pero Bullock prevalecerá. Tuvo el mejor año de su carrera, es la actríz más taquillera del mundo, la industria la respeta y la adora por igual, así que no desperdiciarán el que es quizás el único chance que tenga de ganar un Oscar.
Mi favorita es Carey Mulligan por An Education, pero es joven y tiene toda su carrera por delante, en su futuro hay muchas más nominaciones.
Ganará: Sandra Bullock.
Yo votaría por: Carey Mulligan.
Debieron estar nominadas: Tilda Swinton por Julia, Abbie Cornish por Bright Star, Charlotte Gainsbourg por Antichrist, Catalina Saavedra por La Nana, Hye-Ja Kim por Mother, Magaly Soler por La Teta Asustada, Melanie Laurent por Inglorious Basterds.
Mejor Actor Secundario
Matt Damon – Invictus
Woody Harrelson – The Messenger
Christopher Plummer – The Last Station
Stanley Tucci – The Lovely Bones
Christoph Waltz – Inglorious Basterds
Aquí no hay nada que decir. Waltz tiene el Oscar ganado desde mayo cuando ganó en Cannes.
Ganará: Christoph Waltz.
Yo votaría por: Christoph Waltz.
Debió estar nominado: Igual que la de Morgan Freeman, la nominación de Matt Damon por hacer nada en Invictus es un desperdicio. La única competencia de Waltz hubiese sido el magistral Peter Capaldi en In the Loop.
Mejor Actríz Secundaria
Penelope Cruz – Nine
Vera Farmiga – Up in the Air
Maggie Gyllenhaal – Crazy Heart
Anna Kendrick – Up in the Air
Mo’Nique – Precious
La Academia vive por premiar [sobre]actuaciones showseras como la de Mo’Nique en Precious, la cual debo decir no me entusiasma demasiado. Ella también ya tiene este premio asegurado desde Sundance el año pasado.
Ganará: Mo’Nique.
Yo votaría por: Vera Farmiga.
Debió estar nominado: Julianne Moore por A Serious Man, Marion Cotillard por Nine.
Mejor Película Extranjera
Ajami – Israel
El Secreto Ojos – Argentina
La Teta Asustada – Perú
Un Prophète – Francia
Das Weisse Band – Alemania
Esta es la categoría que casi siempre desafía predicciones y da sorpresas [generalmenteno muy agradables], por la manera en que se vota.
Para ser elegible para votar, los miembros deben haber visto todas las películas nominadas en los screenings oficiales de la Academia. Estos votantes por regla son aquellos miembros mayores, retirados, que disponen de mucho tiempo, y que no son precisamente el público objetivo de películas como Das Weisse Band y Un Prophète. Estos miembros adoran películas como la ganadora sorpresa del año pasado Departures, y como la que dará la sorpresa este año, El Secreto de sus Ojos. Por esas mismas razones, La Teta Asustada también podría sorprender.
Eso sí, Das Weisse Band seguirá siendo la mejor película del año.
Ganará: El Secreto de sus Ojos.
Yo votaría por: Das Weisse Band.
Debió estar nominada:Mother de Bong-Joon Ho.
Mejor Película Animada
Coraline
Fantastic Mr. Fox
Princess and the Frog
The Secret of Kells
Up
Otro premio asegurado hace meses, pero Fantastic Mr. Fox es una película muy superior en todos los sentidos.
Ganará: Up.
Yo votaría por: Fantastic Mr. Fox.
Debió estar nominada: Mary and Max.
Mejor Guión Adaptado
District 9 – Neill Blomkamp y Terri Tatchell
An Education – Nick Hornby
In the Loop – Jesse Armstrong, Simon Blackwell, Armando Iannucci, Tony Roche
Precious: Based on the Novel ‘Push’ by Sapphire – Geoffrey Fletcher
Up in the Air – Jason Reitman y Sheldon Turner
El premio de consolación para Up in the Air, la película que tan sólo unos meses atrás era la favorita para arrasar. Sigo diciendo que el guión es lo peor de esa película.
Ganará: Up in the Air.
Yo votaría por: In the Loop.
Debió estar nominada: Fantastic Mr. Fox.
Mejor Guión Original
The Hurt Locker – Mark Boal
Inglourious Basterds – Quentin Tarantino
The Messenger – Alessandro Camon y Oren Moverman
A Serious Man – Joel Coen & Ethan Coen
Up – Bob Peterson, Pete Docter. Historia de Pete Docter, Bob Peterson, Tom McCarthy
Otra categoría muy, muy reñida. Tarantino debería ganar por su genial Inglorious Basterds, pero los votantes entusiasmados por The Hurt Locker marcarán su nombre por default.
Ganará: Mark Boal por The Hurt Locker.
Yo votaría por: Quentin Tarantino por Inglorious Basterds.
Debió estar nominada: Jane Campion por Bright Star.
Mejor Documental
Burma VJ – Anders Østergaard y Lise Lense-Møller
The Cove – Louie Psihoyos; Fisher Stevens
Food, Inc. – Robert Kenner y Elise Pearlstein
The Most Dangerous Man in America: Daniel Ellsberg and the Pentagon Papers – Judith Ehrlich y Rick Goldsmith
Which Way Home – Rebecca Cammisa
Otro premio decidido hace mucho, pero eso no quita lo merecido que es. The Cove es indiscutiblemente una de las mejores películas del año. Una lástima que a pesar de haber sido pre-seleccionada, Sergio no haya quedado entre las nominadas.
Ganará: The Cove.
Yo votaría por: The Cove.
Debió estar nominada: Sergio.
Mejor Dirección Artística
Avatar – Rick Carter, Robert Stromberg, Kim Sinclair
The Imaginarium of Doctor Parnassus – Dave Warren, Anastasia Masaro, Caroline Smith
Nine – John Myhre, Gordon Sim
Sherlock Holmes – Sarah Greenwood, Katie Spencer
The Young Victoria – Patrice Vermette, Maggie Gray
El trabajo de recreación del Londres victoriano prácticamente desde cero en Sherlock Holmes quita el aliento. Ojalá que los votantes piensen lo mismo.
Ganará: Sherlock Holmes.
Yo votaría por: Sherlock Holmes.
Debió estar nominada: Star Trek.
Mejor Cinematografía
Avatar – Mauro Fiore
Harry Potter and the Half-Blood Prince – Bruno Delbonnel
The Hurt Locker – Barry Ackroyd
Inglourious Basterds – Robert Richardson
Das Weisse Band – Christian Berger
Mi categoría favorita, pero es una vergüenza que Bright Star, la película mejor fotografiada de este o cualquier año, haya quedado fuera.
Aquí a la pelea reñida entre The Hurt Locker y Basterds también se suma Das Weisse Band, pero los votantes marcarán la casilla de The Hurt Locker por default.
Ganará: Barry Ackroyd por The Hurt Locker.
Yo votaría por: Robert Richardson por Inglorious Basterds.
Debió estar nominada: Greig Fraser por Bright Star.
Mejor Diseño de Vestuario
Bright Star – Janet Patterson
Coco Before Chanel – Catherine Leterrier
The Imaginarium of Doctor Parnassus – Monique Prudhomme
Nine – Colleen Atwood
The Young Victoria – Sandy Powell
Las películas de época siempre son las favoritas, y el trabajo de Sandy Powell en The Young Victoria es, como siempre, impecable. Este año tuvo la distinción de haber ganado por primera vez en su brillante carrera el premio que entrega el Sindicato de Vestuaristas.
Ganará: Sandy Powell por The Young Victoria.
Yo votaría por: The Young Victoria.
Debió estar nominada: Sherlock Holmes.
Mejor Edición
Avatar – Stephen Rivkin, John Refoua y James Cameron
District 9 – Julian Clarke
The Hurt Locker – Bob Murawski y Chris Innis
Inglourious Basterds – Sally Menke
Precious: Based on the Novel ‘Push’ by Sapphire – Joe Klotz
Es casi una regla, la que gana Mejor Película primero debe ganar Mejor Edición.
Ganará: The Hurt Locker.
Yo votaría por: The Hurt Locker.
Debió estar nominada: Star Trek.
Mejor Edición de Sonido
Avatar – Christopher Boyes y Gwendolyn Yates Whittle
The Hurt Locker – Paul N.J. Ottosson
Inglourious Basterds – Wylie Stateman
Star Trek – Mark Stoeckinger y Alan Rankin
Up – Michael Silvers y Tom Myers
La gran mayoría de los votantes no sabría establecer la diferencia entre Mezcla y Edición de Sonido, así que casi siempre votan por la misma película para las dos categorías, y casi siempre termina ganando la película más llamativa. Estos dos son premios de consolación para Avatar.
Ganará: Avatar.
Yo votaría por: Avatar.
Debió estar nominada: Transformers: Revenge of the Fallen.
Mejor Mezcla de Sonido
Avatar – Christopher Boyes, Gary Summers, Andy Nelson y Tony Johnson
The Hurt Locker – Paul N.J. Ottosson y Ray Beckett
Inglourious Basterds – Michael Minkler, Tony Lamberti y Mark Ulano
Star Trek – Anna Behlmer, Andy Nelson y Peter J. Devlin
Transformers: Revenge of the Fallen – Greg P. Russell, Gary Summers y Geoffrey Patterson
Ganará: Avatar.
Yo votaría por: Avatar.
Debió estar nominada: Transformers: Revenge of the Fallen.
Mejores Efectos Visuales
Avatar – Joe Letteri, Stephen Rosenbaum, Richard Baneham y Andrew R. Jones
District 9 – Dan Kaufman, Peter Muyzers, Robert Habros y Matt Aitken
Star Trek – Roger Guyett, Russell Earl, Paul Kavanagh y Burt Dalton
Aquí no hay discusión.
Ganará: Avatar.
Yo votaría por: Avatar.
Debió estar nominada: Transformers: Revenge of the Fallen.
Mejor Maquillaje
Il Divo – Aldo Signoretti y Vittorio Sodano
Star Trek – Barney Burman, Mindy Hall y Joel Harlow
The Young Victoria – Jon Henry Gordon y Jenny Shircore
Mejor Banda Sonora Original
Avatar – James Horner
Fantastic Mr. Fox – Alexandre Desplat
The Hurt Locker – Marco Beltrami y Buck Sanders
Sherlock Holmes – Hans Zimmer
Up – Michael Giacchino
Michael Giacchino ganará por Up porque gracias a su música, la película contiene los 5 minutos más memorables del año:
Married Life – Michael Giacchino
Ganará: Michael Giacchino por Up.
Yo votaría por: Michael Giachhino por Up.
Debieron estar nominados: El mismo Michael Giacchino por Star Trek, Abel Korzeniowski y Shigeru Umebayashi por A Single Man.
Mejor Canción Original
Almost There de “The Princess and the Frog” – Música y Letras de Randy Newman
Down in New Orleans de “The Princess and the Frog” – Música y Letras de Randy Newman
Loin de Paname de “Paris 36” – Música de Reinhardt Wagner, Letras de Frank Thomas
Take It All de “Nine” – Música y Letras de Maury Yeston
The Weary Kind [Tema de Crazy Heart] de “Crazy Heart” – Música y Letras de Ryan Bingham y T Bone Burnett
La ceremonia comienza esta noche a las 8:oopm ET por ABC, 2:00am hora de España por Canal+.