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Saturday, February 13, 2010

Up in the Air [Jason Reitman, 2009]

Clooney Farmiga

Jason Reitman se presenta como un observador, un comentarista social contemporáneo con una visión [para mi gusto] un tanto conservadora sobre temas como las relaciones de pareja, la familia, y el mundo laboral. Si esa es una apreciación errónea de mi parte, al menos esa es la conclusión inmediata a la que llevan los temas que elige y el tratamiento que les ha dado en sus tres largometrajes, especialmente en su anterior Juno

Dos directores a los que siempre se ha considerado como los máximos comentaristas sociales son Billy Wilder y Preston Sturges, dos nombres que he escuchado más de una vez en estos días con referencia a Reitman y su Up in the Air.

Preston Sturges era un humanista puro y duro, tal vez por eso injustamente su cine no tenga la vigencia del de Wilder en una era como la actual, donde el cinismo es la ley y cualquier cosa con dejo de sentimentalismo es descartada o denostada.

La trascendencia de Billy Wilder y de películas suyas como, por ejemplo, The Apartment, quizás la mejor comedia romántica que haya salido jamás de Hollywood, radica en que Wilder entendía que en el fondo una persona cínica, un pesimista, no era más que es un optimista bien informado. Hoy día, cinismo y misantropía parecen ser sinónimos, pero no lo eran para Wilder.

Por esa característica tan Wilderiana de hallar el encanto de sus personajes en ese cinismo y en sus fallas personales, es que algunos críticos se han empeñado en comparar a directores como Alexander Payne y ahora a Jason Reitman con Wilder, pero hay que guardar distancias.

Con la presente, Jason Reitman se atrave a navegar aguas más profundas, luego de apuntar por mucho y lograr muy poco con su exageradamente sobrevalorada y sobrepremiada Juno.

En Up in the Air, Jason Reitman nos muestra que los rostros de la recesión puede que ya no son los de los campesinos de The Grapes of Wrath  o el de Mia Farrow en The Purple Rose of Cairo, pero que a pesar de ello, como seres humanos no hemos cambiado nada, las necesidades son las mismas, el instinto de supervivencia sigue siendo innato a la condición humana. La crisis actual, la peor para la economía nortemaericana desde la gran depresión, ha aumentado ese número de rostros exponencialmente.

El experto en enfrentar esas caras de desesperanza es Ryan Bingham, empleado estrella de una firma que las grandes corporaciones subcontratan para hacer el trabajo que ellas no se atreven: despedir a sus propios empleados. Bingham tiene la peculiaridad de que en el negocio de dar malas noticias, él es el maestro absoluto en disfrazarlas y hacerlas parecer una fuente de nuevas oportunidades para el que las recibe. Algunos se lo creen, otros saltan de un puente al entender que su vida profesional llegó a su fin.

Y así Bingham lo ha hecho por años, viajando de un extremo a otro de la unión norteamericana repartiendo esas malas noticias, estando ya a punto de lograr su mayor meta: acumular 10 millones de millas en su programa de viajero frecuente. Permanecer tanto tiempo literalmente en el aire y con un trabajo tan característico, uno que requiere más que nada crear una personalidad desprendida, alienada de su alrededor,  ha convertido a Ryan Bingham en el prototipo del hermitaño del siglo XXI, un hombre rodeado de gente pero irremediablemente sólo, así sea por elección propia.

George Clooney es el principal activo con que cuenta Reitman para contar su historia, y si nos guiáramos exclusivamente por eso, Up in the Air fuera un éxito rotundo.

Clooney podrá no ser una presencia del agrado de muchos, pero aquí demuestra con creces por qué es la estrella Hollywoodense definitiva de este tiempo. Estrellas como Clooney son tan necesarias hoy como lo fueron Cary Grant o Humphrey Bogart en su época, dos actores a los que al igual que Clooney siempre se acusaba de interpretar variaciones de sí mismos.

Al igual que aquellos dos, lo que a Clooney le sobra en carisma y presencia, lo iguala en inteligencia y en su capacidad de jugar y manipular a su beneficio la imagen que el público percibe de él. Porque Ryan Bingham es George Clooney, y Up in the Air sirve como un ejercicio en el que Reitman y el mismo Clooney deconstruyen esa figura capa por capa.

Como Clooney ha admitido públicamente en innumerables ocasiones, al igual que él, Ryan Bingham huye del compromiso y las ataduras, y el enorme valor que da a su “independencia” [que en este caso es un eufemismo de otro eufemismo: soledad voluntaria] queda demostrado en la labor que realiza en su otro trabajo. En éste, Bingham se dedica también a dar malas noticias de otra manera - actuando como uno de esos conferencistas inspiracionales/gurús de auto-ayuda, los que invitan a las personas que asisten [la mayoría de ellas desesperadas por creer en algo, en lo que sea] a cortar sus ataduras con un discurso basado en viajar ligero con una mochila casi vacía, sólo con lo necesario para sobrevivir. Una metáfora un poco evidente para mi gusto, pero da igual.

Hasta ahí todo bien. Enfrentándolo a una mujer que es su igual [una sensacional Vera Farmiga nominada a un Oscar que debería ganar], y a una que le recuerda que su tiempo se acaba y que representa un vehículo del inevitable cambio [ídem Anna Kendrick], Up in the Air funciona como una comedia romántica/estudio de caracteres con un tema que con poca sutileza grita su importancia como trasfondo. Los problemas parten precisamente de esto útlimo, cuando Reitman se pone el sombrero de comentarista social del que hablaba al principio, y como sucedió en su anterior Juno, comienza a mostrar el cobre.

En su deseo de impresionar, de hacernos “pensar” y dejarnos una “lección de vida”, la ligereza de los dos primeros tercios cede ante un discurso autocongratulatorio e impresionado de más con su mensaje. Con un twist sacado del libro de trucos de M. Night Shyamalan, Reitman deliberadamente engaña a su audiencia por 100 minutos con señales falsas, sacrificando y traicionando con ello a uno de sus mejores personajes. Es imposible tocar este punto sin revelar demasiado, pero digamos que quien vive una doble vida no actúa de esa forma, no se expone de esa forma,  a menos que, como es el caso, dicho personaje y su giro no sean más que un plot device mal utilizado.

Cuando el climax narrativo de una historia requiere de recursos así, o de otra situación igual de inorgánica que ocurre al final y que tampoco voy a revelar, creada expresamente para que la historia se mueva en la dirección que su creador desea y no en la que debería, las costuras se hacen evidentes.

El mensaje que Reitman quiere dejar a su audiencia llega, pero llega de una forma tan simplona, tan sentimentalizada, que cualquier deseo de parecer inquisitivo o perspicaz, dos de las marcas que separan a los que verdaderamente merecen ser llamados autores de los poseurs , se pierde.

La postura conservadora de la que hablaba al principio y que Reitman mostraba en Juno aquí es clara. Ryan Bingham se lamenta de que está destinado a vivir [literalmente] sobrevolando los hogares de personas con vidas mejores que la suya. De alguna forma es como el ángel de Wings of Desire de Wim Wenders: condenado por su condición a contemplar desde lejos realidades a las que desearía pertenecer y no puede.

Up in the Air ultimadamente pretende ser una exploración filosófica y ambigüa sobre cuál es forma correcta en la que debe vivirse la vida, pero a pesar de esa pretendida ambigüedad, al final quedan pocas dudas sobre cuál es la que Reitman considera es ésa - la verdadera forma de vivir una vida con propósito, es única y exclusivamente cuando el hombre deja de ser una isla y se abre al mundo, ¿cierto, Jason Reitman?





Tuesday, February 12, 2008

Juno [Jason Reitman, 2007]

Juno1

Juno es el prototipo de la comedia independiente hipster y cooler-than-thou que tanto abunda últimamente en el cine norteamericano, con sus personajes caricaturescos y la obligatoria musiquita indie.

A diferencia de otras películas llenas de personajes y situaciones quirky, Juno pretende desarrollarse en el mundo real. De este punto es de donde parten mis problemas con la película. Muy poco de lo que sucede aquí se asemeja a lo que ocurre en el mundo real.

Para evitar incoherencias como esa, Wes Anderson, el mejor exponente de este tipo de cine, ubica sus historias en realidades exaltadas, donde las excentricidades de sus personajes son completamente normales, como en la brillante The Royal Tenenbaums.

Juno es una mezcolanza de Enid de Ghost World y Daria. Es inteligente, cínica y una máquina de frases para colocar en un t-shirt.

“I’m already pregnant, what other kind of shenanigans could I get into?”

Aunque la película trata un tema serio como el embarazo durante la adolescencia, la forma en que sus personajes toman la situación es cualquier cosa menos seria. Se sabe que es una comedia, pero todas las películas deben seguir una lógica interna, sobre todo una que se ha hecho tan célebre por su guión, escrito por una stripper metida a guionista llamada Diablo Cody [su nombre artístico, claro] que se ha hecho más famosa que la misma película.

Viendo Juno, cualquiera pensaría que tener un hijo a los 16 años es una bendición – tus padres lo aceptarán ciegamente sin reproches, tu vida en la escuela será completamente normal, la sociedad se solidarizará contigo, encontrarás al amor de tu vida, y encima no tendrás que hacerte responsable de nada, porque con una facilidad pasmante encontrarás los padres adoptivos ideales en la sección de clasificados del periódico.

El cambio de mentalidad de Juno tampoco me convence. El momento más importante de la historia [porque sin esa decisión simplemente no habría película] es manejado de manera complaciente y fácil. Es como si Diablo Cody pensara que para ese momento tendría a la audiencia tan metida en ese mundo, que aceptaría ciegamente que Juno decide no abortar simplemente porque le da pereza llenar un formulario, o que una manifestante afuera de la clínica de abortos le diga que su feto ya tiene uñas y puede arañarla. La historia nos presenta a Juno como una jovencita madura por encima de sus años, decidida y con una gran autoestima, lo que no concuerda con que su decisión de tener a su hijo se de por factores externos tan tontos y no por una convicción propia.

Detalles como ese separan a una buena película de una gran película.

Juno2

El brillante elenco de actores es el verdadero acierto de esta película, no su guión. Su protagonista Ellen Page tiene una gracia y un comic timing -salvando distancias- de estrella cómica de los 30 como Carole Lombard o Lucille Ball.

Detrás de esa fachada de cinismo y sabelotodo, hay una niña vulnerable y asustada, y en los momentos donde se observa ese aspecto del personaje es donde Page brilla. Una de esas escenas es cuando Juno dice a su padre "I don't even know what kind of girl I am."

Le sigue Jennifer Garner, interpretando a Vanessa, la mujer que aparentemente tiene la vida perfecta y sólo le falta un hijo para completarla. Su esposo Jason Bateman es el hombre que abandonó sus sueños por una vida conformista. El personaje está ahí como para demostrarle a Juno en lo que generalmente terminan transformándose las personas como ella.

Vanessa es el único personaje que se siente como una persona real y no como una colección de manerismos y frases "inteligentes." Lo curioso es que el guión la presenta como el personaje con el que menos se debe simpatizar, una reprimida castrante que le ha robado sus sueños a su esposo. Personajes como Vanessa se supone que son el némesis de rebeldes como Juno. La actuación de Garner es la más sincera y orgánica de todas. Lástima que haya sido tan ignorada.

Como es de esperarse, al final cada quien recibirá lo que merece y todos serán felices, porque nada es más fácil y divertido que tener un hijo a los 16 años y darlo en adopción.

En un año con tanto cine de gran calidad, resulta decepcionante que una película como Juno sea nominada al Oscar.

Más aún considerando que otras como Sweeney Todd, 4 Months, 3 Weeks and 2 Days o Before The Devil Knows You’re Dead fueron ignoradas, y que este año hubo otras dos comedias sobre embarazos no deseados que son infinitamente mejores películas como Knocked Up y Waitress. Ni hablar del hecho que directores que verdaderamente presentaron en sus películas una visión de cine como Tim Burton y Sidney Lumet, fueron pasados por alto, mientras reconocen a Jason Reitman por una película que es básicamente un guión que se dirigió sólo.

Juno3

Pero en fin, Juno es una comedia agradable, y que funciona como una especie de cápsula donde se captura una visión de la juventud actual que se podrá ver dentro de unos años con nostalgia. No más de ahí.

Nominada a cuatro premios Oscar – Mejor Película, Mejor Actríz, Mejor Director y Mejor Guión Original.

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