“The pen is mightier than the sword”
Así es. El poder de la palabra es enorme, y Atonement es un testamento fehaciente de ello.
Joe Wright ya había demostrado su distintivo estilo visual con su excelente adaptación de Pride & Prejudice en el 2005, pero lo que ha hecho con Atonement es una verdadera revelación. Construída impecablemente en la tradición de melodramas del cine clásico inglés como Brief Encounter de David Lean o las obras de Michael Powell y Emeric Pressburger, cada elemento de esta película está predispuesto como una orquesta perfectamente afinada.
Lo realmente destacable de Atonement es la manera en que Wright desafía el esquema del romance épico de Doctor Zhivago, Out of Africa o The English Patient a las que tanto se parece a primera vista. A diferencia de esas, Atonement en su centro es una historia intimista al extremo, donde todo gira alrededor de un sólo evento tan aparentemente insignificante como el decir una mentira.
Lo que sí queda de ese arquetipo de cine es la idea de un amor tan fuerte que lo soporta todo y perdura para siempre.
Corren los años previos a la Segunda Guerra Mundial, y Briony Tallis vive junto a sus padres y su hermana Cecilia [Keira Knightley] en una casa de veraneo en la costa inglesa. Las dos han crecido junto al jardinero Robbie [James McAvoy], y ambas se sienten, de diferentes formas, atraídas hacia él.
Briony [Sairose Ronan, nominada al Oscar], es una niña precoz de 13 años que escribe obras de teatro y parece siempre estar molesta por el simple hecho de ser una niña. No puede esperar a crecer.
El guionista Christopher Hampton reveló a la audiencia del screening al que asistí que Joe Wright pidió a Dario Marianelli -compositor de la formidable banda sonora y también nominado al Oscar- que escribiera un “Concerto for Typewriter” para Briony. El uso del teclado de una máquina de escribir mezclado con la música tradicional nos recuerda que la mente de Briony es precisamente eso, una cabeza llena de ideas, constantemente maquinando.
La manera en que Joe Wright fotografía a Keira Knightley en la primera parte de la película convierte a Cecilia en una presencia casi etérea, totalmente idealizada. Knightley nunca se había visto más bella y da vida a Cecilia de forma exquisita, con el estilo y sofisticación de la burguesía inglesa que vivía en un mundo artificial y aparte, alejada de los horrores que estaban por llegar con la guerra. Esa visión idílica de la familia Tallis y del romance de verano de Cecilia y Robbie se va diluyendo según la historia avanza.
Una noche en la que se realiza una cena familiar, luego de ser testigo de una serie de eventos que malinterpreta, la mente de Briony comienza a crear conjeturas respecto a las intenciones de Robbie con Cecilia. Efecto de tantos sentimientos encontrados, su obsesión por el control y su deseo de proteger a su hermana, su imaginación la hace ver algo que realmente no sucedió y la empuja a decir una mentira.
Esa mentira y los hechos que desencadena son el punto de partida de esta historia.
Una novela como Atonement, donde la mayoría de los hechos son interiorizados, parecía casi imposible de adaptar. Joe Wright y Christopher Hampton supieron encontrar la forma perfecta de llevar la prosa de McEwan a la pantalla sin sacrificar su impacto emocional.
La novela tiene la particularidad de que los hechos previos a la mentira son presentados primero como fueron vistos por los ojos de Briony, y luego como realmente sucedieron, lo que gracias al brillante trabajo de edición se traduce cinematográficamente de forma efectiva.
Contada en tres etapas, la primera, mostrando la vida de la familia Tallis y el naciente romance entre Cecilia y Robbie, la segunda, donde vemos las consecuencias destructivas de la mentira de Briony tanto para ella como para Cecilia y Robbie, y la última, donde una Briony ya de 80 años se confiesa y habla sobre el tortuoso camino que ha sido tratar de expiar su culpa.
Porque Atonement significa literalmente en español Expiación, y tratar de librar esa gran culpa que la ha consumido por años es lo único que Briony ha hecho con su vida. Primero sirviendo como enfermera durante la Segunda Guerra Mundial a la que empujó a Robbie, y luego llevando ese sentimiento a lo que mejor hace: escribiendo. Su mayor talento es contar historias, y es ese uno de los temas que Ian McEwan explora en su novela, el poder inigualable de la ficción de corregir errores y sanar heridas pasadas.
Esta es la clase de película sobre la que no se puede hablar mucho a riesgo de revelar demasiado, pero lo que Joe Wright ha creado es uno de los más interesantes viajes dentro de la mente y el corazón de un personaje. En la escena final [que también es el epílogo de la novela] donde Briony es interpretada por Vanessa Redgrave, el dolor que hay en sus ojos y su mirada, en esa mueca de sonrisa y su voz cortada, es brutal. Esa revelación tiene un efecto emocional devastador en la audiencia.
Luego de saber esto, tanto McEwan en su novela como Joe Wright en la película, nos obligan a repasar todo lo que hemos visto, y entendemos que la vida de Briony ha sido una tortura constante. Su mente creó un mecanismo para atenuar tanto dolor y tanta culpa. Su intención nunca fue causar tanto daño, pero a veces es imposible medir el efecto que tendrán nuestros actos.
Una historia de tanto peso encuentra su equivalente en una dirección de igual valía. Joe Wright, con el estilo visual y narrativo de un director maduro más allá de sus años, eleva esta historia a otro nivel. Su gusto por los planos largos minuciosamente coreografiados queda demostrado en la escena de la Batalla de Dunkerque, un triunfo técnico, pero su verdadero logro es que un momento como ese, mucho más allá de las imágenes memorables, tenga la misma fuerza emocional que las escenas intimistas del primer acto de la película.
El resultado es una película extraordinaria, una celebración del cine en su expresión máxima.
Los que aman el cine, un arte basado más que cualquier otro en el "make believe", se identificarán a plenitud con el tema central de Atonement - el poder infinito de la ficción y de aquellos que poseen el talento para contar historias, como Briony Tallis.
Está nominada a 7 premios Oscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Actríz Secundaria y Mejor Guión Adaptado. Ignorar a Joe Wright como Mejor Director fue un crímen y uno esos hechos inexplicables del Oscar.